Un grupo de unos treinta investigadores, académicos y expertos en mejora genética y en el sector agroalimentario de ocho países ha visitado el Centro de Experiencias de Cajamar en Paiporta (Valencia). La mayor parte de los mismos forma parte del proyecto TomGEM, en el que colabora la Fundación Cajamar, que pretende mejorar el cultivo del tomate ante el incremento en las temperaturas que está provocando el cambio climático.
En la visita a las instalaciones del Centro de Experiencia de Cajamar en Paiporta, el grupo de investigadores ha conocido los invernaderos donde la Fundación Cajamar experimentará con el cultivo del tomate, que es el fruto carnoso de referencia con el que trabajará el proyecto TomGEM. Durante los próximos cuatro años se comprobará la evolución de unas 1.000 especies y variedades de tomate en condiciones de alta temperatura, modelizando la situación que el cambio climático puede provocar a nivel mundial en los próximos años.
TomGEM es un proyecto incluido en el programa Horizonte 2020, que financia proyectos de investigación e innovación en el contexto europeo. La iniciativa cuenta con la colaboración de 17 universidades y centros de investigación de ocho países (Francia, Reino Unido, Alemania, España, Italia, Bulgaria, Argentina y Taiwán).
El responsable de Agrosostenibilidad del Centro de Experiencias de Cajamar en Paiporta, Carlos Baixauli, ha manifestado su confianza en que “este proyecto consiga nuevas variedades que tengan la capacidad de resistir altas temperaturas. Para ello pretendemos analizar el comportamiento de diferentes variedades y especies silvestres frente a las altas temperaturas, para en el futuro cruzar posible material con presencia de genes de resistencia al estrés por altas temperaturas con tomates comerciales, y así obtener nuevas variedades resistentes al calor. Con técnicas de mejora genética podemos asociar dicha característica al comportamiento de la planta”.
Otro de los objetivos de TomGEM es investigar y fomentar la obtención de nuevas variedades de tomate con un rendimiento mejorado, ya que las temperaturas elevadas pueden ser perjudiciales para la calidad del fruto. En este sentido, una de las principales fortalezas de este proyecto reside en el uso de los recursos genéticos a disposición de los miembros del consorcio. Investigadores, académicos y expertos no sólo están comprometidos con la ejecución del proyecto, sino también con la difusión de los resultados. De este modo, los conocimientos científicos se trasladarán a estrategias prácticas para ofrecer soluciones integrales en el rendimiento de frutas y verduras, incrementado su calidad y productividad.