Entendemos por inversión socialmente responsable (ISR) aquella que, además de utilizar criterios de carácter económico-financiero, propios de cualquier inversión, y relacionados fundamentalmente con la rentabilidad, la liquidez y la seguridad, utiliza proactivamente criterios de carácter social, ambiental y de gobernanza (criterios ESG, por sus siglas en inglés). La inversión socialmente responsable se puede plantear tanto desde el ámbito del inversor particular como desde el ámbito del inversor institucional, fundamentalmente desde las instituciones de inversión colectiva.
Detrás de este planteamiento se halla la consideración de que la intermediación financiera no es una actividad inocua o neutral desde el punto de vista ético, social y/o medioambiental. Se reconoce abiertamente la corresponsabilidad de las instituciones financieras en los resultados de las actividades y proyectos financiados con los recursos que gestionan. En concreto, nadie puede obviar el papel que tienen las entidades bancarias en la lucha contra la corrupción y contra el blanqueo de capitales, así como la responsabilidad ética indirecta del comportamiento y del impacto económicos, sociales y ambientales de las empresas a las que financia.
En esta línea, el pasado 29 de junio se firmó un acuerdo entre el Grupo Cooperativo Cajamar y TREA Asset Management para incluir criterios éticos y de inversión socialmente responsable en las decisiones de los fondos de inversión que se comercializan a través de la red de oficinas del Grupo, suponiendo avanzar en el desarrollo y aplicación del Sistema Ético de Gestión de la Entidad y apostar por las finanzas responsables como un instrumento necesario para mejorar el impacto de la actividad financiera sobre el conjunto de la economía productiva. Si la ISR está creciendo de forma importante en el segmento de la inversión institucional, también está teniendo un especial reconocimiento en el segmento de los inversores particulares, que, aparte de obtener una rentabilidad financiera competitiva, también están sensibilizados por los impactos socio-ambientales derivados de sus inversiones.
Además, está demostrado que, por regla general, aquellas entidades que invierten con criterios ambientales, sociales y de gobernanza, es decir, las que tienen una mayor reputación, tienen un mejor desempeño económico-financiero y, en su caso, bursátil, planifican a más largo plazo, y son mucho más sostenibles económica, social y medioambientalmente. En este sentido, la apuesta por introducir criterios de inversión socialmente responsable en los fondos comercializados por el Grupo Cajamar implica un atractivo comercial cada vez más valorado por los ahorradores e inversores particulares que, tras la crisis financiera y los últimos escándalos corporativos, están cada vez más convencidos que la reputación es fundamental para obtener buenos resultados económico-financieros, y que la reputación pasa por asumir compromisos claros en materia ambiental, social y de gobierno corporativo.
El mutuo compromiso adquirido por el Grupo Cajamar y Trea incluye tanto criterios negativos, es decir, criterios éticos excluyentes, como criterios positivos o valorativos (best-in-class). Entre los criterios negativos o excluyentes destaca, por un lado, el compromiso de no invertir en compañías cuyo domicilio social se encuentre localizado en paraísos fiscales; y, por otro, el compromiso de no invertir en empresas con peor desempeño ESG.
A tal efecto se utilizará uno de los rankings y metodologías más reconocidos en este ámbito de la inversión socialmente responsable: Bloomberg ESG. Dicho ranking recoge y procesa datos ESG, es decir, de desempeño social, ambiental y de gobernanza, de más de 16.000 compañías ubicadas en casi 70 países diferentes.