Para alcanzar una vida digna, es preciso un consumo mínimo de 0,5 kWh / día de electricidad por habitante. Hoy en día no podríamos imaginarnos nuestra vida diaria sin electricidad. Pero más de 1.200 millones de personas viven sin ella, la mayoría en África y Asia. Sin electricidad, las clínicas no pueden almacenar vacunas para los niños, los alumnos no pueden hacer los deberes cuando caer el sol y los empresarios no pueden dirigir empresas competitivas.
Otros 2.800 millones de personas dependen de la leña, el carbón vegetal, el estiércol y la hulla para cocinar y calentarse, lo que provoca más de 4 millones de muertes prematuras al año por contaminación del aire en locales cerrados.
Todos podemos contribuir a nuestra escala, ahorrando electricidad y apostando recursos energéticos renovables, y adoptando tecnologías, infraestructuras y transportes no contaminantes.
¿ Y tú, qué puedes hacer?
- Conecta los aparatos a regletas para desconectar del todo su actividad. Tapa las cazuelas cuando cocinas, y reducirás un 75% de energía. Lee las instrucciones de los electrodomésticos para maximizar su rendimiento y eficiencia energética.
- Realiza un asesoramiento energético en casa. Una pequeña inversión te permitirá un ahorro en las facturas y, sobre todo, una reducción de tu consumo.
- Ahorra energía también en tu transporte. El transporte público ahorra cuatro veces más energía que el coche. Y el ahorro al caminar o ir en bici, ¡es del 100%!
- En invierno, procura que la calefacción de casa sea lo más eficiente posible: retira muebles y objetos que bloqueen los radiadores, revisa la caldera y recuerda que cada grado de más, supone un 7% de incremento de consumo.
- Infórmate sobre el uso de la energía renovable, comparte tu conocimiento, y apoya los proyectos de energía sostenible para escuelas y viviendas.
Tenemos que actuar ya.