La agroalimentación representa una de las actividades económicas con mayor impacto a nivel internacional, puesto que da respuesta a una necesidad básica del ser humano: el acceso a la alimentación. El consumo de estos bienes representa cerca del 39% del gasto total a nivel global, y solo en la Unión Europea la cadena de suministro emplea a cerca de 44 millones de personas. En el caso de nuestro país, las cifras se mantienen en esta misma línea, pues este sector aporta a la economía más del 11% del PIB.
No obstante, la trascendencia de esta industria va más allá de la economía: tiene implicaciones sobre el bienestar y la salud de los consumidores, las condiciones laborales de sus profesionales y el empleo de los recursos naturales del planeta. Por tanto, se trata de un mercado con un gran potencial de transformación desde la triple perspectiva de la sostenibilidad: económica, social y medioambiental.
Ante este planteamiento, el sector necesita hacer frente a los desafíos aún pendientes para alcanzar un desarrollo a largo plazo y contribuir así a la Agenda 2030, un plan de acción impulsado por la Asamblea General de Naciones Unidas a favor de las personas, el planeta y la prosperidad, que también tiene la intención de fortalecer la paz universal y el acceso a la justicia. Por ello, la Red Española de Pacto Mundial, la mayor iniciativa de responsabilidad social empresarial, ha elaborado la Guía Sectorial en ODS: Sector agroalimentario, una publicación que examina las áreas en las que esta industria tiene un mayor impacto con la intención de identificar los posibles retos y oportunidades de negocio vinculadas con esta materia.
Su elaboración es fruto del trabajo desarrollado desde mayo de 2017 por las principales grandes compañías, pymes y asociaciones: Agroamb Prodalt, Auchan Retail Spain, Calidad Pascual, COATO, DIA, Ebro Foods, ECODES, El Corte Inglés, la Asociación Empresarial de Marcas de Restauración, Grupo Eroski, Mahou San Miguel, Mercadona, Prosalus, Supracafe, la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB) y AECOC. Asimismo, cuenta con el apoyo de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), así como del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente.
Además, a nivel consultivo, también forman parte de este grupo la Asociación Nacional de Fabricantes de Conservas de Pescados y mariscos, el Centro Técnico Nacional de Conservación de Productos de la Pesca (ANFACO), la Asociación Nacional de Grandes Empresas de Distribución (ANGED), DACSA-Maicerías Españolas S.A., Freixenet S.A., la Fundación Andalucía Tecnológica (Fundatec), el Grupo Calvo, el Grupo Cooperativo Cajamar, el Instituto Español de Comercio Exterior (ICEX), Manos Unidas y el comité español de UNICEF.
Gracias a las aportaciones de todas ellas, el informe identifica 30 retos vinculados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) con la intención de trazar un marco transversal que sirva de hoja de ruta de cara a 2030. Entre ellos, destacan los vinculados con el ODS 12, que busca garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles. De hecho, el consumidor demanda con cada vez más frecuencia productos y servicios responsables, no solo desde el punto de vista de su composición, sino también teniendo en cuenta criterios medioambientales o la reputación corporativa de la compañía. Es más, se estima que el 75% de los consumidores españoles confían más en productos con etiquetas o certificaciones de calidad.
Por otro lado, varios desafíos se relacionan entre sí. Por ejemplo, impulsar la optimización sostenible del transporte y el cálculo y reducción de la huella medioambiental. Ello se debe a que el sector agroalimentario se encuentra en una posición clave para combatir el cambio climático, adaptando los procesos de su cadena a una economía baja en carbono. Otros retos que plantea la protección del entorno son la gestión sostenible de los recursos naturales, la eficiencia energética o la protección de la biodiversidad. En este sentido, una de las claves pasa por potenciar los impactos positivos y minimizar los negativos: la extracción de materia primas y el empleo de energía deben ajustarse a criterios sostenibles para respetar los ecosistemas.
La formación a empleados y proveedores supone otro eje fundamental para que el sector contribuya a los ODS. No obstante, ya no es suficiente con que los colaboradores estén concienciados en prácticas responsables, también es imprescindible el impulso de innovaciones y tecnologías sostenibles y la creación de alianzas para trabajar de forma colaborativa.
En este punto, es necesario recordar que las empresas agroalimentarias han experimentado un importante avance con relación a los ODS desde su entrada en vigor (septiembre de 2015), siendo los Objetivos 5 (Igualdad de género) y 8 (Trabajo decente y crecimiento económico) los más trabajados. Ambos coinciden con los más impulsados desde el conjunto del sector empresarial español, ya que tratan materias imprescindibles en cualquier tipo de organización, como la igualdad salarial, los horarios adecuados o la no discriminación en el acceso o ascenso en el empleo. Por el contrario, en las últimas posiciones se encuentran el Objetivo 11 (Ciudades y comunidades sostenibles) y el 16 (Paz, justicia e instituciones sólidas). En este sentido, cabe resaltar que la segunda meta del ODS 11 busca proporcionar acceso a sistemas de transporte seguros, asequibles, accesibles y sostenibles, una aspiración fundamental para la cadena agroalimentaria.
Oportunidades de negocio y tendencias vinculadas a los ODS
Más allá de realizar un estado de la cuestión e identificar los retos que plantea la Agenda 2030, uno de los principales valores de la Guía Sectorial en ODS: Sector agroalimentario es que apunta hacia 14 oportunidades concretas de negocio, que supondrían un impacto por valor de 2,3 billones de dólares según el informe Mejores negocios, un mundo mejor, elaborado por la Comisión de Comercio y Desarrollo Sostenible y presentando en el Foro Económico Mundial.
Por ejemplo, la reducción del desperdicio en la cadena de suministro. En la actualidad, entre el 20% y el 30% de los alimentos se pierde en algún punto del proceso, unas mermas que se pueden prevenir de forma sencilla a través de sistemas que faciliten el almacenaje y el transporte. Esta problemática persiste una vez los alimentos llegan al consumidor final, desperdiciándose hasta el 35% de los mismos. Por ello, también resulta imprescindible promover soluciones como embalajes que eviten el deterioro, un mejor seguimiento de los desechos producidos en el ámbito de la restauración o la promoción de minoristas secundarios que fabriquen productos a partir de otros cuya vida útil no se haya agotado. En esta misma línea, la gestión de los residuos es otra área que ofrece un gran potencial, así como la introducción de tecnologías innovadoras en la producción a pequeña escala o el fomento de la acuicultura sostenible.
En esta misma línea, el informe coordinado por la Red Española de Pacto Mundial identifica 6 tendencias de la agroalimentación que también pueden materializarse en nuevas oportunidades. Al fomento del ya citado consumo responsable hay que añadir la transformación digital, que ofrece grandes posibilidades en lo que atañe al aumento de la capacidad productiva y la calidad, a la mejor gestión de los criterios medioambientales o a los nuevos modelos de compraventa, como el e-commerce. Asimismo, la economía circular es otro de los grandes nichos de negocio: se calcula que este modelo que apunta hacia el residuo cero permitiría ahorrar 600.000 millones euros a las empresas europeas, crearía 2 millones de empleos y reduciría las emisiones de gases de efecto invernadero entre un 2% y un 4%.
Otro ámbito en auge vinculado con esta industria está relacionado con la alimentación saludable, un negocio al alza. El sector ya está trabajando en la mejora de la composición de sus productos a través de la reducción de azúcares añadidos, sal y grasas saturadas. A ello se suma el despertar de la agricultura ecológica, un mercado que en nuestro país ha pasado de 1.203 millones de euros en 2014 a 1.498 en 2015, un 24,5% más.
La guía -prologada además de por Ángel Pes, presidente de la Red Española de Pacto Mundial, por Isabel García Tejerina, ministra de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente- incluye 12 tribunas de expertos alineadas con los 30 retos identificados. También referencia 36 buenas prácticas de organizaciones líderes, además de 174 acciones concretas que las empresas pueden integrar en su cadena de valor, enmarcándolas en su ODS correspondiente e identificando 68 indicadores para medir el progreso.
El reto hoy está en que el sector privado integre de forma transversal estas propuestas en sus procesos. Para ello, el informe de la Red Española de Pacto Mundial apunta hacia tres vías: la incorporación de modelos de negocio sostenibles y circulares, la innovación en productos y servicios y el desarrollo de alianzas con otras empresas del sector, sociedad civil, instituciones públicas y comunidad científica y académica para desarrollar soluciones disruptivas. Todo ello, con la intención de consolidar una industria ligada al desarrollo sostenible a través de la contribución a los ODS.