Reflexiones a partir de la presentación del Observatorio Cajamar.
La importancia del sector agroalimentario va más allá de los indicadores cuantitativos de actividad económica y generación de empleo. En él interactúan, además, toda una serie de variables que influyen muy directamente sobre el bienestar de la sociedad en su conjunto, y no solo de los agentes directamente relacionados con la producción de alimentos.
La primera función del sector es dar respuesta a las necesidades de obtener suficientes alimentos para atender la demanda de los ciudadanos. Además, estos exigen cada vez con mayor intensidad que esos alimentos tengan unas determinadas características que contribuyan a mejorar la salud y el bienestar de quienes los consumen.
Y tiene una incidencia muy directa sobre el medioambiente, pudiendo jugar un papel muy importante en la gestión sostenible de los recursos naturales y en la adaptación y mitigación de los efectos del cambio climático.
Pero para conseguir que se sigan cumpliendo todos estos servicios sociales y ambientales adicionales es necesario que contemos con un sector agroalimentario competitivo y rentable también desde el punto de vista económico.
Del análisis realizado en el Observatorio que acabamos de presentar extraemos en primer lugar unas conclusiones positivas, ya que el sector ha tenido un comportamiento muy favorable, tanto en la comparación con el total de la economía española como con el resto de países de la Unión Europea.
Y nos gustaría extraer una serie de reflexiones:
- En primer lugar, consideramos que el crecimiento de la producción agraria es posible, pero limitado, y está condicionado a la optimización en el uso del agua.
Somos conscientes que no es posible incrementar la dotación de recursos hídricos destinados a la agricultura, pero sí se puede realizar un mejor uso de los recursos disponibles que redunde en la eficiencia, la producción y el valor económico generado. Para ello va a ser necesario innovar en las tecnologías que nos permitan realizar un uso más sostenible.
Otro dato relevante es la contribución del regadío a mantener la población en los territorios rurales. Porque son más intensivos en el empleo de trabajadores y porque generan un efecto de desbordamiento positivo hacia actividades complementarias de la industria auxiliar y de transformación y comercialización de los productos finales.
- Consideramos que hay un gran potencial para seguir incrementando el valor generado por la industria de alimentos y bebidas. Si nos comparamos con los países líderes en la agroalimentación en Europa, comprobamos que el VAB generado por la industria duplica al generado por el sector agroalimentario, mientras que en España es solo un 10 % superior. Si nos aproximásemos a esos niveles, el valor generado por todo el sector agroalimentario español se situaría en torno a los 90.000 millones de euros. Es decir, un 50 % superior al actual.
- Otro aspecto que nos gustaría resaltar que es la caída de la inversión en I+D en el sector agrario español en parte se compensa porque la tecnología generada por ese I+D es adquirida en el exterior, lo que ha evitado que haya tenido una repercusión negativa en nuestra competitividad.
Sin embargo, es una pérdida de oportunidad de generar más riqueza en todas las actividades complementarias que generan las empresas de la industria auxiliar, entre las que cabe destacar sectores tan dinámicos como la biotecnología, los agroquímicos, la mecanización y automatización de las tareas agrarias, el control biológico, la sanidad animal, etc. También hay que tener en cuenta que para los países más innovadores, como es el caso de los Países Bajos, la exportación de tecnología agroalimentaria puede ser tan importe como la venta al exterior de alimentos.
- Pero es en la industria alimentaria donde tenemos más recorrido para invertir en I+D, y esta relación está estrechamente vinculado con lo anterior, señalado de la menor relevancia de la industria frente a la producción primaria en comparación con lo que ocurre con los principales países de nuestro entorno. Siguen siendo muchos los subsectores agrarios españoles que venden sus producciones con una primera transformación muy simple y con escasa incorporación de valor. Dejando en muchos casos que sean otros agentes de otros países los que finalicen el proceso hasta poner el alimento a disposición de los consumidores.
- Y si hay una variable que se ha comportado de manera especialmente favorable durante los últimos años han sido las exportaciones alimentarias. Independientemente de la valoración positiva que debemos realizar de la evolución global de las mismas, hay dos aspectos que nos parecen especialmente interesantes: la mayor diversificación de los capítulos arancelarios que están contribuyendo a mejorar las ventas en el exterior y la diversificación de los destinos.
Y en este sentido creemos que todavía hay mucho recorrido para seguir mejorando la aportación de sectores como los aceites vegetales, los productos cárnicos, las bebidas alcohólicas y no alcohólicas, las preparaciones alimenticias diversas, etc. En cuanto a los destinos, la continua mejora del poder adquisitivo de amplios segmentos de la población en los países en vías de desarrollo, y su deseo por emular los hábitos alimenticios de occidente van a provocar que la importación de alimentos en esos países se incremente notablemente. A todo ello habría que añadir la imagen positiva para la salud que tiene la dieta mediterránea, por lo que auguramos un excelente porvenir a nuestros productos y que una parte creciente de los mismos se destinará a países no comunitarios.
En definitiva, con este primer informe hemos querido realizar una radiografía de conjunto del sector agroalimentario español y conocer la situación comparativa del mismo en relación con nuestros socios más próximos, como son el resto de países que conforman la Unión Europea.
Somos conscientes de la complejidad del sector y de la enorme diversidad de subsectores que lo componen y de la importancia que tienen otros sectores auxiliares que conforman el sistema agroalimentario y que condicionan directamente la competitividad del mismo.
Por ello, nos gustaría complementar para futuras ediciones el trabajo realizado, incluyendo un estudio de los distintos subsectores agrarios, y muy especialmente los más relevantes como son el cárnico, el de bebidas, aceites, frutas y hortalizas, pescado, panadería, etc. Y analizar también la evolución que están teniendo ciertas corrientes muy directamente relacionadas con la producción de alimentos, como son la bioeconomía y la economía circular, que van a tener una repercusión muy directa en asegurar la sostenibilidad social, económica y ambiental de todo el sistema.
Roberto García Torrente
Director de Innovación Agroalimentaria
Cajamar Caja Rural