El cáncer es una de las principales causas de muerte en el mundo. Su alta incidencia y mortalidad, sumada a la falta de tratamiento efectivo en la mayoría de los casos, han estimulado una extensa investigación sobre quimioprevención. Término que podríamos definir como el “uso de determinados agentes naturales (dietéticos) o sintéticos para prevenir, retrasar o ralentizar el proceso carcinogénico”.
Numerosos ensayos realizados in vivo con humanos, y otros in vitro en laboratorio, evidencian que la dieta y el estilo de vida son fundamentales en la biología de diversos tipos de cáncer y la génesis tumoral.
A día de hoy, es comúnmente aceptado que el consumo de frutas y verduras puede reducir el riesgo de padecer esta enfermedad. El efecto protector se basa en que las frutas y verduras dependen de compuestos múltiples anticancerígenos que se encuentran en la composición de las mismas. Por esta razón, varias organizaciones internacionales tales como el World Cancer Research Fund (WCRF) y el American Institute for Cancer Research (AICR), recomiendan un incremento en el consumo de ciertos vegetales, frutas y algunos tipos de granos. Aunque cierto es que no todos las hortalizas y frutas tienen la misma efectividad en quimioprevención.
Con este artículo solo pretendemos dar una visión de los tipos de sustancias bioactivas que presentan mayor efecto quimiopreventivo de cara a la reducción de cierto tipo de cánceres. Todo ello en base a una extensa revisión bibliográfica realizada.
Los carotenoides como el licopeno, el alfa-caroteno y el beta-caroteno los podemos encontrar en tomates, pimientos, papaya, melón, zanahoria, espinacas, etc. Por su actividad potencial reducen el riesgo de padecer tumores de mama, próstata, pulmón o páncreas. Los mecanismos implicados en su efectividad se basan principalmente en su gran actividad antioxidante, su actividad antiproliferativa y la modulación de la función inmune.
Los polifenoles son un grupo de sustancias químicas que forman parte casi de forma generalizada de todas las frutas, hortalizas y una amplia variedad de alimentos tales como el té verde, el vino tinto, las berries, la granada, la papaya, el tomate, el pimiento, etc. Existen considerables evidencias de su efecto inhibidor sobre el desarrollo tumoral y la carcinogénesis a nivel celular.
Por otra parte, los derivados de los ácidos fenólicos como la curcumina, están relacionados con la reducción del riesgo de cáncer de mama, colorrectal, próstata, pulmón y pancreático.
Los estilbenos, tales como el resveratrol, abundan en la piel de las uvas, los berries y los cacahuetes, reduciendo el riesgo de cáncer de mama, colon, próstata, hígado y páncreas.
Por su parte, los flavonoides, que se encuentran en el tomate, el puerro, el brócoli, el kale, el melocotón, las cerezas, las uvas…actúan en la inhibición de la proliferación celular. Algunos de ellos son apoptóticos e inhiben la angiogénesis en diversos tipos de tumores como el de colon, mama, cuello, esófago o próstata.
Los compuestos organosulfurados como los isotiocianatos e índoles, presentes en crucíferas como el broccoli, la coliflor, el kale, el repollo, las coles de Bruselas, la col lombarda…pueden reducir el riesgo de cáncer de tipo colorrectal, próstata, mama, renal o gástrico.
En definitiva, una alimentación saludable y variada no puede curar el cáncer, pero si puede ayudar a prevenir y mejorar la respuesta ante la enfermedad.
Miguel Ángel Domene
Estación Experimental Cajamar