La Comisión Europea ha propuesto recientemente la aplicación de nuevas normas a nivel de la UE para 10 productos plásticos de un solo uso. Con ello se pretende sentar las bases de una nueva economía circular del plástico de cara a nuevas oportunidades de innovación. Se estima que para 2019 la capacidad de producción mundial de bioplásticos será de aproximadamente 7,8 millones, y la producción de plásticos biodegradables y mezclas de almidón crecerá hasta los 1,2 millones de toneladas. De igual forma hay que reseñar que la cantidad de residuos plásticos en mares y océanos no deja de crecer y ya representa el 85% de la basura marina.
Entre los principales usos de los plásticos en agricultura se encuentran los acolchados. Técnica que consiste en cubrir total o parcialmente el suelo con un film de plástico a lo largo de la hilera de cultivo. Algunas de las ventajas de los acolchados son, entre otras, la mejora de precocidad del cultivo, la reducción de la incidencia de malas hierbas (cuando son opacos), la mejora de la estructura del suelo, el ahorro de agua de riego (al ser un material impermeable reduce la evaporación), la mejora de las condiciones de temperatura de la raíz y el entorno de la planta favoreciendo el desarrollo del cultivo, así como puede mejorar la calidad de la fruta en cultivos como el fresón al evitar que se ensucien de tierra.
Esta técnica se emplea en multitud de cultivos hortícolas tales como sandía, calabaza, melón, calabacín, pimiento, berenjena, tomate, maíz dulce, patata, fresón e incluso en lechugas (tanto en plantaciones que se realizan al aire libre como bajo invernadero). En el caso del espárrago, el polietileno negro permite el blanqueo de los turiones, y utilizado como técnica de cubierta flotante también permitiría blanquear escarolas. Cabe mencionar que los acolchados también se utilizan en frutales utilizando agrotextiles.
Cajamar en sus Centros Experimentales viene trabajando con diferentes materiales, adecuando la oferta de colores a las necesidades del cultivo y analizando las distintas opciones de plástico transparente para las plantaciones más precoces. Los opacos como el de color negro son los más utilizados, pero en períodos de altas temperaturas pueden provocar quemaduras, siendo más aconsejable la elección de polietileno de color gris y blanco. Incluso existe una oferta de plásticos fotoselectivos que permiten calentar el suelo y evitar la emergencia de malas hierbas.
Al final del periodo de cultivo todos estos plásticos deben ser recogidos para ser enviados a un gestor autorizado y someterlos a un proceso de reciclaje. Por norma general este último proceso se complica enormemente debido a la suciedad de la tierra impregnada sobre el plástico. Como consecuencia resulta recomendable recurrir a la utilización de plásticos biodegradables, para lo cual se utiliza almidón en su fabricación, plásticos celulósicos o resinas poliamídicas. Hay que destacar la implantación de este tipo de plásticos en las plantaciones de tomate de industria de Navarra y Extremadura, debido a que la recolección es mecanizada y hace prácticamente inviable la recogida del material plástico. Gracias a las ayudas públicas se está incentivando el uso de materiales biodegradables en los cultivos.
Actualmente en el Centro de Experiencias de Paiporta se está estudiando la utilización de plásticos biodegradables de diferentes colores en el cultivo de calabaza y sandía. Los resultados no muestran diferencias productivas cuando se comparan con un polietileno normal, por lo que los costes totales en los que hay que considerar esa recogida y envío a un gestor autorizado se deben comparar con la incorporación directa sobre el suelo del biodegradable.
Artículo escrito por: Carlos Baixauli
Director de Agrosostenibilidad de los centros experimentales de Cajamar