Quiero ahorrar y planificar mi futuro

Para qué ahorrar

Para garantizarnos de que llevamos un presupuesto equilibrado debemos generar algo de ahorro. El ahorro nos va a permitir afrontar gastos imprevistos, planificar financieramente nuestro futuro y asumir inversiones que no supongan un sobreendeudamiento y nos dificulten llegar a final de mes con cierto desahogo. Siempre debemos tener un pequeño “colchón” del que podemos tirar cuando lo necesitemos.

La cultura del ahorro y la cultura del esfuerzo están íntimamente unidas. No hay inversión sin ahorro y no hay ahorro sin inversión.

El ciclo de vida del ahorro

A lo largo de nuestra vida no tenemos la misma capacidad de ahorro. En la primera etapa generalmente invertimos más que ahorramos, pues hay que afrontar gastos importantes para formar una familia, como puede ser el caso de la compra de una vivienda, pagar los gastos de la educación de nuestros hijos, etc. En la segunda etapa, cuando ya hemos asumido esos gastos, por regla general podemos ahorrar más, y coincide cronológicamente con las edades en las que empezamos a preocuparnos de nuestra jubilación.

En esta segunda etapa nuestras preocupaciones y necesidades financieras son distintas y debemos empezar a planificar el futuro pues, en general, cuando nos jubilamos y pasamos a ser clases pasivas, perdemos poder adquisitivo.

Todas las entidades financieras ofrecen productos de ahorro, jubilación o inversión financiera para nuestros ahorros. Debemos elegir los productos de ahorro que más nos interesen y tener claro el nivel de riesgo que queremos asumir.

Tres elementos a tener en cuenta

Para todo producto de ahorro/inversión existen tres elementos fundamentales a tener en cuenta para elegir y comparar productos de ahorro/inversión.

  • La rentabilidad. Hace referencia al rendimiento que vamos a obtener con dicho producto, generalmente en forma de intereses. No obstante, en algunos productos de inversión financiera el rendimiento también puede venir por la propia revalorización de producto que hemos comprado.
  • La liquidez. Se trata de la posibilidad de hacer líquido un producto financiero que hemos adquirido. Hacer líquido un producto no significa otra cosa que convertirlo en dinero contante y sonante; es decir, venderlo o deshacer el contrato.
  • La seguridad. Hace referencia a la probabilidad de recuperar lo que hemos ahorrado o invertido.

De forma combinada estos elementos determinaran nuestro perfil de ahorrador/inversor. Por ejemplo, existen inversores que prefieran sacrificar algo la liquidez para obtener un poco más de rentabilidad, como es el caso de las personas que optan por un plazo fijo en vez de tener su dinero en la cuenta de ahorro. Otros, por ejemplo, prefieren arriesgarse para obtener más rentabilidad y contar con menos seguridad; es el caso de los que prefieren invertir en bolsa. Entre estos extremos hay diferentes perfiles. Debemos conocer nuestro perfil de ahorrador o inversor para saber cuál es el producto que más se adapta a nuestras necesidades.

Qué productos de ahorro puedo contratar

Existen numerosas modalidades de productos de ahorro/inversión, algunas de ellas especialmente complejas debido a su tratamiento financiero, legal y/o fiscal. No obstante, entre los productos de ahorro más habituales que ofrecen las entidades financieras podemos hablar de los siguientes:

  • Cuenta corriente o cuenta de ahorro. Estas cuentas sirven fundamentalmente para gestionar nuestra tesorería, es decir, para llevar ordenadamente nuestros gastos y nuestros ingresos de forma cómoda y sencilla. Además, podemos conciliarla con nuestro propio presupuesto. Podemos disponer en el acto del dinero de la cuenta a través de las disposiciones de efectivo en los cajeros automáticos, transferencias, a través del servicio de banca electrónica, o comprando en establecimientos comerciales a través de tarjeta de débito. Al ser una cuenta de servicios, los intereses suelen ser muy bajos o nulos, por lo que, si queremos obtener una mayor rentabilidad, debemos mantener en ella solo el saldo necesario para atender los pagos previstos y pequeños imprevistos. El resto es recomendable transferirlo a un depósito a plazo o “plazo fijo”. La diferencia fundamental entre la cuenta corriente y la cuenta de ahorro es que el soporte de la primera suele ser el cheque o pagaré, y el de la segunda suele ser una libreta. Estas cuentas admiten domiciliaciones de nuestros pagos y de nuestros ingresos.
  • Depósito a plazo. Sirve para rentabilizar nuestros ahorros con seguridad. Solo se puede disponer del saldo cuando venza el depósito. En general, si disponemos con antelación del dinero estaremos sujetos a una penalización, que generalmente va contra los intereses acumulados y en casi ningún caso sobre el capital.
  • Seguros de ahorro y planes de pensiones. Son modalidades de ahorro a largo plazo con importantes condicionante legales y fiscales que deben conocerse en detalle. A estos productos debemos destinar el ahorro que no vamos a necesitar a corto o medio plazo. Su liquidez suele ser más limitada que los depósitos, por lo que tenemos que tener este dato presente a la hora de contratar.

A partir de estos productos básicos, existen otros productos más complejos que requieren de mayor información y asesoramiento (financiero, legal, fiscal…): fondos de inversión, inversión bursátil, productos estructurados, etc.

Algunos consejos

El dinero ahorrado probablemente sea el resultado de un gran esfuerzo y trabajo a lo largo de nuestra vida. Debemos estar seguros de lo que hacemos con él, y contar con toda la información necesaria para contratar el producto de ahorro/inversión que más se adapte a nuestras necesidades y expectativas.

Por lo tanto, deberíamos tener presente al menos estos consejos:

  • Debemos meditar y sopesar las distintas opciones que tenemos. No se apresure a la hora de tomar la decisión.
  • No debemos firmar el contrato antes de conocer las implicaciones financieras, legales y fiscales de cada una de las cláusulas.
  • Debemos preguntar al personal de la entidad financiera todo lo que no entienda del contrato.
  • Debemos hacer un seguimiento periódico de nuestras inversiones.
  • Para una mayor seguridad, debemos siempre elegir un intermediario fiscalizado por el Banco de España y/o la CNMV.
  • Diversifique su inversión para disminuir los riesgos.
  • Debemos desconfiar de ofertas de los denominados “chiringuitos financieros” que nos ofrecen tipos de interés desproporcionados.
  • Para calcular la rentabilidad de un producto de ahorro/inversión debemos tener presente también lo que se “denomina rentabilidad financiero-fiscal”. Esto nos indica esencialmente que algunos productos tienen una mayor bonificación fiscal que otros, por lo que debemos tener presente este extremo para calcular su rentabilidad y compararla con la de otros.
  • Deberemos conocer las comisiones asociadas a un producto de ahorro/inversión para poder elegir el adecuado a nuestras expectativas de rentabilidad.
  • No debemos dejarnos seducir por ofertas de depósitos que nos ofrecen productos no financieros, porque dichos productos son considerados como retribución en especie, es decir, reduce el dinero efectivo que vamos a percibir en concepto de intereses.
  • Debemos saber que los depósitos bancarios, tanto a la vista como a plazo, están cubiertos en última instancia por el Fondo de Garantía de Depósitos hasta 100.000 euros por titular.
  • Debemos asesorarnos bien en el caso de recibir ofertas que nos ofrecen unos tipos de interés generados por la compra-venta de bienes tangibles: sellos, árboles, arte, etc. Realmente no son productos financieros.